lunes, 22 de abril de 2013

Una nota sobre lectores


En la mente de las personas normales, los lectores son gente que usa lentes y tiene acné en el rostro, que viven reaccionando de forma desmedida y muy pocas veces es posible entender lo que dicen, y cómo lo dicen. 
Pero este no es un texto normal, este trata sobre LECTORES DE VERDAD. 
Lo más importante que debes aprender sobre los LECTORES DE VERDAD es lo siguiente. Escucha con mucho cuidado. No olvides nunca lo que voy a decirte. 
Los LECTORES DE VERDAD visten con ropa normal y tienen un aspecto muy parecido al de las personas normales. Viven en casa normales y hacen TRABAJOS NORMALES. 
Por eso es tan difícil reconocerlos. 
Un LECTOR DE VERDAD ama los libros con un amor tan ferviente e hirviente que te quemarían si te atrevieras a interferir, un amor más ferviente e hirviente que ningún otro que puedas imaginar. 
Un LECTOR DE VERDAD se pasa todo el tiempo pensando en libros, de alguna forma u otra sus recuerdos o chistes van a dar con algo que tiene que ver con un libro leído. Su pasión es leer, pero sabe cómo bajar el nivel para hacer una vida relativamente normal. Quiere leer el mayor número de libros posibles, piensa en cómo devorarlos uno por uno con un placer casi enfermizo. Y aunque esté trabajando como vendedor de pantalones en un gran negocio o como repartidor de pizzas en un local independiente (y un lector puede hacer cualquiera de esas cosas), sus pensamientos siempre volverán a eso, ondulando y gritando, tramando, revoloteando, desesperados y llenos de inquietantes planes difíciles de realizar. 
¿Qué libro?” Se preguntan a sí mismos, “¿Qué libro debo elegir como mi próxima lectura?” 
Un LECTOR DE VERDAD disfruta tanto leyendo un libro como tú disfrutarías viajando por todo el mundo. 
Espera leer un libro por semana. Si no lo consigue comienza a maldecir a todo lo que le quita el tiempo que no pasa leyendo, el clima o las puertas que rechinan. 
Un libro por semana hacen cincuenta y dos al año. 
Recórrelos, vívelos y dales un hogar en el librero
Ese es el lema de todos los lectores. 
Elige cuidadosamente a su libro. Entonces el lector acecha al afortunado libro como un gato jugando con un estambre. 
Entra suavemente. Se mueve despacio. Esperando encontrar a su objetivo donde se supone que está o lo vio por última vez. Luego, finalmente, cuando todo ha salido como debía ser… BAM… ¡se apodera del ejemplar! Surgen emociones, aparecen sonrisas, las expectativas no se hacen esperar. Y el libro comienza a ser leído. 
Debes saber que un lector no va a conseguir un libro sin tener una idea de la emoción que quiere sentir. No lee solamente primeras páginas y se siente satisfecho. Gente así, sin dedicación, hay demasiada en el mundo. 
Los lectores quieren siempre llegar al final. No olvides que un lector tiene el nervio suficiente para aguantar y las neuronas necesarias para entender las cosas. Pueden saber detalles de cirugía general o la receta de la poción multijugos porque alguna vez alguien comentó esas cosas en alguna historia. 
Esos detalles son la mente de un lector. 
Desafortunadamente, hoy en día no hay muchos lectores en el mundo. Lectores de verdad, que no solo se acuerdan de vez en cuando que un libro los espera. Son un bien bastante escaso pero ningún lugar en el mundo existe sin tener un lector entre sus habitantes. 
Los lectores son siempre misteriosos y reservados. 
Y no quiero hablar mal de todas las personas misteriosas y reservadas. La mayoría de ellas tienen sus motivos. Pero es un hecho que al no encontrarse lectores cada dos casas el trabajo de un lector es muchas veces un pasatiempo solitario. 
Aunque tú no lo sepas, puede que en la casa de al lado viva un lector ahora mismo. 
O quizá fuera un lector el jovencito de ojos grandes que se sentó frente a ti en el autobús de regreso a casa. 
Pudiera ser un lector esa señora que compró un helado de nuez en vez de uno de vainilla en la tienda. 
Hasta podría serlo –y esto te dejará sorprendido- la persona que robó un chocolate de una gran tienda cuando era niño porque su mamá no quiso comprárselo. Todos deben pensar que un lector es una persona honesta y respetuosa, pero se podrían llevar muchas sorpresas. Así como un rockero es capaz de llorar o una modelo de enamorarse de alguien común. 
No quiero decir, ni por un segundo, que no haya montones de cosas todavía más alarmantes de las cuales preocuparse, pero hablamos de lectores. Ya habrá tiempo para pensar en lo demás. 
Oh, si al menos hubiese una manera de saber con seguridad si una persona es un lector o no, entonces podríamos juntarlos a todos en un lugar lejano y silencioso donde podrían ser lo que son y hacer lo que hacen sin ser interrumpidos. Como a un matemático le gustaría ver el proceso de cualquier resultado o a un abogado nunca defender a un culpable. Por desgracia, no hay ninguna manera de saberlo sin acercarte demasiado, en un caso real y discutible. Pero sí hay ciertos indicios en los que puedes fijarte, pequeñas manías que todos los lectores tienen en común, y si las reconoces, si las recuerdas siempre, puede que a lo mejor consigas comprenderlos antes de que te equivoques mucho más. 


*Aquel “lector” que no sepa en qué obra está basada esta nota, 
tiene que enterarse de inmediato. 


lunes, 8 de abril de 2013

Ficha: Las tejedoras de destinos (Crewel) de Gennifer Albin

Hoy paso para contarles sobre la próxima publicación de Crewel, de Gennifer Albin en España como Las tejedoras de destinos. Estará en librerías españolas el 15 de mayo y es posible que llegue a México. 


Inútil. Torpe. Las demás chicas lo susurran a sus espaldas. Pero la joven de dieciséis años Adelice Lewys tiene un secreto: sus errores son intencionados. Dotada de una habilidad fuera de lo común para tejer el tiempo, Adelice es exactamente lo que la Corporación está buscando, y en Arras ser elegida tejedora es lo máximo a lo que una joven puede aspirar. Ser hilandera significa privilegios, riqueza y belleza eterna. Pero no solo eso, también significa tener la facultad de bordar la esencia de la vida. Pero para ello hay que pagar un precio que Adelice no está dispuesta a asumir, puesto que deberá controlar absolutamente todo lo que las personas son: lo que comen, dónde viven, cuántos hijos tienen… Así que está decidida a fallar en las pruebas para ser hilandera, pero en su último examen sus dedos resbalan, el telar reacciona a su don… y la Corporación la identifica. A partir de ese momento, Adelice dejará de tener control sobre su vida y pasará a convertirse en un instrumento más de la omnipresente Corporación. Sin embargo, una vez dentro, el poder de Adelice irá creciendo mientras aprende a manejar su don y a decidir en quién confiar, a quién vigilar… y a quién amar.